Ha­ce una se­ma­na mas o me­nos cam­bié de tra­ba­jo re­pen­ti­na­men­te. Me des­pi­die­ron¹ al me­dio­día y me lle­vó has­ta tar­de esa mis­ma tar­de en­con­trar un nue­vo la­bu­ro.²

Per­dí una pro­me­sa de vi­si­ta a las ofi­ci­nas en Lju­bl­ja­na, ga­né una pro­me­sa de vi­si­ta a ofi­ci­nas en Lon­dres, el di­ne­ro ven­drá de un lu­gar di­fe­ren­te, Se va el clon as­ync de Fla­sk, en­tra Djan­go, co­sas así.

No pen­sé en ese mo­men­to que acon­te­ce­ría un cam­bio mu­cho más fun­da­men­ta­l, un cam­bio de tri­bus.³ Aban­do­né la tri­bu en que vi­ví mi vi­da, la ha­bi­tual­men­te GM­T-3 de mi na­ci­mien­to y me uní a Greenwi­ch 0.

Aho­ra me le­van­to a lo que es­tos ex­tran­je­ros a mi al­re­de­dor afir­man que son las 4:45 AM, así lle­go có­mo­do a mi stan­dup dia­rio, que es a mis 9:15. Es­to tie­ne efec­tos in­te­re­san­tes en mis ... to­do.

¿Mi hi­jo no la­vó los pla­tos co­mo se su­po­ne que ha­ce, y pro­me­tió ha­cer­lo "des­pué­s"? Bue­no, si me des­pier­to y los pla­tos no es­tán la­va­do­s, lo des­pier­to a él, y los pla­tos es­tán lim­pios an­tes del ama­ne­ce­r.

Ten­go ~4 ho­ras de tra­ba­jo tran­qui­lo con la ca­sa en si­len­cio, que en es­ta era en­cua­ren­te­na­da es un mon­tón.

Ter­mino de tra­ba­jar pa­ra las 5:30, cuan­do mi fa­mi­lia ju­ra que son las 13:30, así que pue­do al­mor­zar con ellos sin cor­tar el tra­ba­jo que ya ter­mi­né, y des­pués duer­mo la sies­ta, co­mo un gran­je­ro.

Pue­do des­ayu­nar dos ve­ces al día, tres si le pon­go ga­rra.

Me voy a la ca­ma a las 3A­M/11­PM, así que me sien­to un tras­no­cha­do­r, duer­mo 7 u 8 ho­ras al día pe­ro no to­das jun­ta­s. Es­toy con un li­ge­ro je­tlag en es­te mo­men­to, o tal vez en to­do mo­men­to, sin via­jar en el es­pa­cio, so­lo en el tiem­po.

Veo el ama­ne­cer to­dos los día­s.

Los días son lar­gos, co­mo es lar­go el día más lar­go del ve­ra­no, pe­ro en oto­ño. En ve­rano se­rán más lar­go­s, eter­no­s, días no­rue­go­s, 16 ho­ras de lu­z.

¿Có­mo me sien­to al res­pec­to? No sé. Es co­mo una mó­di­ca aven­tu­ra sin de­jar la ca­sa. Es co­mo vi­vir una se­ma­na sin usar la le­tra "M", co­mo co­mer en­sa­la­da ru­sa y no to­car las za­naho­ria­s, co­mo ir a tra­ba­jar a un ba­rrio dis­tin­to don­de to­do el mun­do es­tá dor­mi­do y no hay au­tos y los pá­ja­ros can­tan fuer­te y es de día en la pan­ta­lla de to­dos los otros y ...

Bue­no, no tan Lo­ve­cra­ft, che.